99 casas Dennis Nash (Andrew Garfield) un trabajador de la construcción en paro, se ha retrasado considerablemente en el pago de su hipoteca. Desalojado de la casa familiar por el agente inmobiliario local Rick Carver (Michael Shannon) – un hombre sin escrúpulos que ha encontrado una vocación lucrativa en tiempos de crisis –, Dennis encuentra alojamiento temporal en un motel mientras intenta desesperadamente cómo obtener un hogar para su familia. Pronto, Dennis encuentra a Carver en su puerta una vez más, pero ahora con una oferta de un puesto de trabajo, y la promesa de ayudar a Dennis a recuperar su casa. Incapaz de resistirse, Dennis entra en un mundo de transacciones en la sombra y ambigüedad moral, donde las pérdidas de la mayoría son la ganancia de unos pocos.
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Mi critica, Me pregunto si una gran película que toma como sujeto protagónico de un dilema moral -en el que además está en juego su subsistencia- a quien es a su vez víctima de dicho dilema, es una película «moral».
¿Qué quiero decir? Que lo que en la ficción «99 Homes» nos muestra como las consecuencias personalizadas de la crisis de las hipotecas, encarnada en el drama de los damnificados y en la conducta inescrupulosa de los que se han aprovechado -y siguen aprovechándose- de ello «in situ», deja relegado a un segundo plano (en el mejor de los casos) los verdaderos motivos y los grandes responsables de este desastre, cosa que podemos conocer en detalle en films como «The Big Short», etc.
Aquí, Wall Street, la banca internacional, las consultoras de riesgo crediticio, los gobiernos y sus inoperantes o corruptos organismos regulatorios, no están presentes. O lo están solo al pasar.
En su lugar, la historia gira en torno a pèrsonajes individuales que migran de víctima a victimario en un santiamén, dejando la sensación de que en su conducta lábil -o decididamente inmoral y contradictoria- está la gran responsable del desastre.
Y no es así. Por supuesto que los aprovechadores insensibles existen siempre, que «a río revuelto ganancia de pescadores», etc. pero mucho peor aún ha sido y sigue siendo la codicia inescrupulosa del capitalismo financiero, lo cual en gran medida queda subsumido en la empatía con el espectador que despiertan siempre las historias personales.
La califico como «notable» porque como film es magnífico y no miente en lo que cuenta, informa e invita a la discusión, exhibe la dualidad existente entre quienes se solidarizan con el prójimo y quienes se aprovechan de el para su beneficio, pero de una lectura más profunda de su enfoque del fenómeno, resulta inocultable que se trata de una película moralmente muy cuestionable. Aunque a primera vista parezca lo contrario.
Con todo ello, la recomiendo por su gran factura cinematográfica.