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Demolición

Calificacion 7.0
Género:

Drama

País: Estados Unidos
Duración: 1h 41min
Año: 29 April 2016
Director: Jean-Marc Vallée
Reparto:
Jake Gyllenhaal, Naomi Watts, Chris Cooper, Judah Lewis, Polly Draper, Wass Stevens, Stephen Badalamenti, Zariah Singletary, Alfredo Narciso, George J. Vezina, Helen Brackel, Ben Cole, Lytle Harper
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Demolición

Demolición

Demolición Tras la repentina y trágica muerte de su mujer en un accidente de coche, Davis Mitchell (Jake Gyllenhaal), un exitoso banquero especializado en inversiones, lucha por superar su trastorno emocional. Este shock postraumático le lleva a destrozar todo lo material que tiene a su alrededor, para después volver a montarlo. En un esfuerzo por descubrir qué es lo que le ha ido mal, y sin querer dejarse ayudar por su suegro (Chris Cooper), Davis acaba siendo rescatado por una mujer con la que conecta enseguida: Karen Moreno (Naomi Watts). Ambos se conocen en un encuentro fortuito, y ella será la que se encargue de ayudarle a reconstruir su demolida vida.

Este drama sobre la superación está dirigido por el cineasta Jean-Marc Vallée (Dallas Buyers Club, Alma Salvaje) y tiene un guión de Bryan Sipe (La decisión). Sus actores protagonistas son Jake Gyllenhaal (Everest, Enemy), Naomi Watts (La serie Divergente: Insurgente, Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia)) y Chris Cooper (Pacto de silencio, Los Muppets), además del joven actor Judah Lewis.

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Mi critica, La sutileza flaquea ya en el propio título. La demolición como mecanismo de reparación, como un nuevo punto de partida, es una constante que se repite durante todo el metraje, de una forma muy evidente, sin un sólo hueco a la imaginación, bien claro y mascado. Resulta imposible obviar la facilidad con la que se busca transmitir el mensaje, la simpleza de un guión que no deja lugar a otras interpretaciones. Pero es complicado también no rendirse a los encantos de un filme que sabe embaucar, que utiliza a la perfección todos los elementos a su alcance para llevarnos de la mano por el proceso de autoaprendizaje de un personaje absolutamente cautivador.

Jean-Marc Vallée deja recaer de nuevo el gran peso de su propuesta en un carismático actor principal. Si Dallas Buyers Club y Alma salvaje no se entenderían sin la arrolladora presencia de Matthew McConaughey y Reese Witherspoon, Demolición no se concibe tampoco sin el inestimable trabajo de un Jake Gyllenhaal que todavía no entiende cómo la Academia de Hollywood se resiste a rendirse a sus pies. No será por recursos. Aquí los saca a desfilar todos. Un despliegue interpretativo que te hará odiarle, reírte, quererle y llorar. La obra definitiva de un actor total.

Con Davis asistimos a una montaña rusa emocional, la que sufre el protagonista tras el accidente de coche que acaba con la vida de su esposa. Un accidente que saca a relucir una apatía vital que abarca desde un matrimonio en decadencia hasta los cimientos de un hogar construido a sus espaldas. El personaje inicia así un proceso destructivo que arrasa tanto los tabiques de una casa o la maquinaria de un ordenador personal como sus relaciones afectivas, que asisten perplejas, como asistimos nosotros, a una aparente involución.

Pero en ese particular mecanismo de curación, no ya tanto del dolor tras la muerte sino más bien de la muerte en vida, aparecen por el camino personajes emblemáticos, piezas que no terminan de encajar en un sistema en el que nadie puede desmarcarse de la senda escogida. Porque si Vallée es bueno eligiendo talentos principales no lo es menos a la hora de contraponerlos con secundarios entrañables como los que encarnan Naomi Watts y el descubrimiento Judah Lewis. Ella la responsable de atención al cliente de una empresa de máquinas expendedoras que recibe las reclamaciones terapéuticas del viudo, él el hijo adolescente cuya nueva figura paterna implicará tanto lecciones como descarrilamientos.

Con un gran sentido del ritmo, con un calculado pero efectivo equilibrio entre el humor y el drama, la demolición a la que hace referencia la película se reconstruye con una enternecedora revelación en forma de post-it en la nevera. Un pequeño detalle cotidiano, sin apenas importancia, que de repente adquiere toda la magnitud de la añoranza, ese sentimiento que sólo aflora ante la ausencia. Es otra redundancia, otro recurso fácil si se quiere. Pero sin llegar al mal gusto, a la simpleza más insultante, Demolición consigue lo que no siempre alcanzan los filmes que quieren abarcarlo todo: atizar en algún momento nuestra fibra sensible.