Operación Red Sparrow Dominika Egorova (Jennifer Lawrence) es una bailarina del Bolshoi que, tras una fractura se ve obliga a retirarse del mundo de la danza. Forzada por las autoridades rusas, como única forma de mantener sus privilegios y los de su madre enferma, la joven es reclutada por los servicios secretos de su país. Dominika formará parte de un programa ultrasecreto de la KGB llamado Gorrión Rojo. Allí, aprenderá el arte del espionaje utilizando métodos de seducción, un sistema muy eficaz para sacar información a los informadores enemigos. Su primer objetivo será un agente de la CIA afincado en Rusia, llamado Nate Nash (Joel Edgerton), que resulta ser quien maneja los activos de la organización en el lugar. Uno de esos activos es Mármol, un topo que lleva años infiltrado en las altas esferas del servicio de inteligencia exterior ruso. Por eso a Dominika le encargan la misión de descubrir la identidad del topo, un cometido fundamental. Pero de forma paralela ella se embarcará junto a Nate Nash en una espiral de amenazas, engaños y atracción sexual que pondrá en peligro tanto sus carreras como la seguridad de sus respectivas naciones. Esta adaptación de la novela homónima de espionaje escrita por Jason Matthews está dirigida por Francis Lawrence (Los juegos del hambre: Sinsajo – Parte 2, Agua para elefantes), mientras que del libreto se ha encargado Eric Warren Singer (La gran estafa americana). Sus protagonistas son los actores Jennifer Lawrence (X-Men: Apocalipsis, Joy, El lado bueno de las cosas) y Joel Edgerton (La venganza de Jane, Black Mass. Estrictamente criminal, El regalo). Completan el reparto Jeremy Irons (Batman v Superman: El amanecer de la justicia), Mary-Louise Parker (RED 2), Matthias Schoenaerts (La chica danesa), Joely Richardson (Snowden) y Charlotte Rampling (El sentido de un final).
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Mi critica, La Madre Rusia ha vuelto, ha resurgido de entre los muertos. Y con ella, la terrible Guerra Fría tan querida que nos llena de bonita nostalgia y recuperada alegría. Nuestro enemigo favorito está otra vez al/en frente. Hay que ir a por ellos. No podemos quedarnos quietos. Que no escapen vivos. O nos arrepentiremos. Si hace nada nos llegaba del Reino Unido una sátira despiadada sobre el pasado nefando comunista de los rusos, «La muerte de Stalin», ahora mismo son los americanos del norte los que nos regalan un generoso muestrario de los horrores rojos. No les falta de nada a estos rusos remozados (hijos y nietos de los otros), crímenes atroces, pasiones ominosas, familiares abyectos, depravaciones de todas las clases, traiciones a borbotones, corrupción, asesinatos, puterío, rameras, sicarios, putas, carniceros, en fin, el juego completo por el mejor precio, lleve dos y le regalamos nosotros mismos un beso en todos los morros. En cambio, están para salvarnos de la quema los yanquis buenos, siempre al rescate tan bien predispuestos. Un primor y un destello. Un fulgor y un falansterio. Guapos, con valores, nadadores, modestos, unidos, morales, decentes, inteligentes, con derechos, principios, sin muertos, atropellos, malos rollos ni sexo turbulento o pecaminoso. Jennifer Lawrence enfadada, fría, siniestra, bella, buena, decidida, verdadera. Joel Edgerton, sosias del inefable Wahlberg, como si fuera su hermano gemelo, es un morrosco de medio pelo que da el pego. Y el brutote Matthias Schoenaerts, el legendario Jeremy Irons, la glacial y épicamente sórdida siempre Charlotte Rampling. Comienza bien, con empaque , poderío y tronío. Escenario frío. Cine pulp, de género, de serie b; folletón de espías hecho con dinero y medios. Un camelo. Nos lo creemos. Todo. O casi. Ya veremos. Media hora. Al menos. Una graciosa escuela de entrenamiento o más bien burdel de entretiempo. Natación. Escarceos. Un jefe putrefacto. Que nuestra admirada/deseada protagonista duda y se nos quiere hacer santa. Se pasa de Moscú a Budapest, y de allí a Londres. Cada vez interesa menos. Corren los minutos y se hacen eternos. Nos amenizan la función con algún descabello, tortura o navajazos a contrapelo que suenan como hermosos instrumentos de viento. La trama se resuelve. Juego de manos. Birlibirloque. Demasiado tarde. Nada nos dice. Se perdió el hechizo. Vimos la tramoya. Las bambalinas. Es todo un cuento. Tramposo. Maniqueo. Efectista. Truculento. Vacío. Bello. Huero. Sin derrotero. Nada. Tristes espejos. Truco del almendruco banal y torticero. El oso rojo estaba borracho y no daba tanto miedo. Yo apostaría por los buenos patriotas del norte de América que seguro que son más listos, pundonorosos y enteros y salvan el mundo del peligro de los bellacos del nuevo milenio, iguales a los del viejo, que vuelven a asomar el hocico y quieren montar un Cristo; arrebatarnos la paz, robarnos el merecido sosiego, detener el buen progreso. La Historia se repite. El eterno retorno. Se vuelven a enfrentar los dos imperios, los de las laureadas barras y estrellas y los rojos ominosos, los honrados y los necios. Viva América. Y viva Rusia también manque pierda.