Keller Dover se enfrenta a la peor de las pesadillas: Anna, su hija de seis años, ha desaparecido con su amiga Joy y, a medida que pasa el tiempo, el pánico lo va dominando. Desesperado, decide ocuparse personalmente del asunto. Pero, ¿hasta dónde está dispuesto a llegar para averiguar el paradero de su hija? Prisioneros Keller se enfrenta a la peor pesadilla de un padre: Anna, su hija de seis años, desapareció junto a su amiga Joy. La única pista: una vagoneta que estuvo parqueada anteriormente en su calle. El detective Loki detiene a su conductor, pero la falta de pruebas lo obligan a ponerlo en libertad. La presión va en aumento al saber que la vida de su hija está en juego. Keller decide que no le queda más que ocuparse personalmente del asunto. Dichosas sean aquellas personas que no hayan experimentado en su vida ser testigos finalmente impotentes de la autodestrucción imparable de algún ser amado. En algunos casos, la imposibilidad de ponerse de acuerdo con la vida, la sensación de fracaso, la pérdida, el abandono, o simplemente el placer, pueden acelerar adicciones que acaban matando, pero que también sirven para anestesiar el sufrimiento, otorgan consuelo provisional, crean ensoñación, esas cosas. Al fin y al cabo puede ser una elección. Que casi siempre se paga con una factura escalofriante. Y también existen otros seres autodestructivos que no han elegido su tragedia. Su enfermedad se puede llamar depresión, bipolaridad, trastornos salvajes de la personalidad, esquizofrenia, neurosis, cualquier patología seria que les imposibilita lograr un poco de estabilidad mental, un poco de felicidad, establecer relaciones sensatas con los demás, comunicarse, dar y recibir cosas gratas. Esas enfermedades mentales pueden ser especialmente violentas con uno mismo y con el prójimo, encontrar gozo o alivio en la automutilación, el sadomasoquismo, la indeseable convivencia con fantasmas y obsesiones que machacan. En muchos casos el suicidio es la solución final para ese tormento.
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Mi critica, Respecto a la película en sí, es tan buena como pueda serlo Seven, Zodiac o Heavy Rain (PS3): pretendida complejidad argumental, atmósfera oscura, giros de guión y un metraje excesivo, aunque los defectos son eclipsados por unas actuaciones muy correctas, una fotografía estupenda y una buena banda sonora. La película puede verse como algo más que una historia de secuestro. Se nos plantea un dilema moral más allá del «¿Qué haría yo en esa situación?». La pregunta es si la tortura puede estar justificada en algunas situaciones; hagan ustedes debate político si les apetece. En cualquier caso, no creo que sea necesario dar razones para verla, ya que su nota en FA (justa o no) es anzuelo más que suficiente. Un apunte antes de pasar al spoiler: ante la extrema religiosidad del resto de personajes, se nos presenta a Loki (con nombre de dios embaucador de la mitología nórdica) como un hombre descreído interesado en la astrología y masonería (tatuajes y anillo). Keller, por su parte, es un paranoico obsesionado con la supervivencia, aunque sus precauciones no le sirven de nada finalmente porque hay tragedias que no pueden anticiparse. A continuación resumiré todos los puntos del argumento para intentar deshacer las dudas que hayan podido quedar tras su visionado.