The Owners (Los propietarios) Inglaterra rural, principios de los noventa: los amigos de la infancia Nathan y Terry son inducidos por el sociópata local para robar a los Huggins, un médico anciano y su esposa. La novia de Nathan, Mary, está totalmente en contra del plan, pero al cabo de unas horas se encuentra en el caserón, al lado de la caja fuerte del sótano y de una panda de individuos, a cual más sospechoso.
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Me decidí por este título sarcástico al ver como Berg elegía dicho estilo para plasmar su obra. No llega a ser una propuesta autoral, le falta todavía. Toma elementos, refrituras de firmas ajenas y pelis similares para construir una atmósfera que oscila entre el terror psicológico, el humor negro y el thriller. ¿Hásta donde se podría llegar para cuidar a nuestros hijos? Hay una linea difusa que separa la sobreprotección de la patología. Ese momento preciso en donde nuestra frágil descendencia pasa a ser ese tesoro que no podemos dejar ir. De eso trata The Owners, llevando el conflicto hijo/parental hasta estrellarlo en los bordes de la locura y más allá. Un grupo de ladrones novatos se mete en una casa para robar. Una caja fuerte indescifrable los motiva a forzar a sus dueños, amenazándolos de muerte. No es una peli que funcione desde el tópico «ladrones ajusticiados»: el retrato de ellos ya los pinta como un grupillo de inútiles incapaces de resolver problemas nimios. Por su parte, la pareja de ancianos viene a cumplir el rol siniestro detrás de The Owners: un duo de tercera edad que en algún momento abandonó el sentido común para repetirse en un círculo demencial, profundamente antisocial. Berg opta por la hipérbole, el absurdo y la exageración. Trata de que semejante oscuridad no asfixie el visionado y le agrega condimentos meramente pasatistas, siempre siguiendo un estilo turbio, picarescamente malsano. El resultado, como en otras propuestas de enfoque similar, es irregular. A ratos, efectivo. A ratos, fácil de calcular. Funcionando especialmente bien cuando oscila hacia el terror psicológico pero saliendo de allí en seguida. Y esa caja fuerte en el sótano. Un tesoro invaluable como para dejar la vida y la cordura en ello.